Tres datos que posiblemente no sabías
Una de las tradiciones que hemos conservado como especie, a lo largo de la intrincada y caótica historia de la humanidad, es la migración. Nuestros antepasados recorrían enormes distancias buscando tierras con mejores recursos naturales o tras ser desplazados por un grupo dominante. Durante los procesos de migración, los viajeros se encontraban con una serie de retos que ponían a prueba su destreza, resiliencia y creatividad.
De cierto modo, hoy en día seguimos haciendo lo mismo. A diferencia de nuestros ancestros (en la mayoría de los casos), los humanos modernos emigran buscando aventuras en tierras desconocidas, mejores oportunidades laborarles, o simplemente un mejor futuro para los suyos.
Este es el caso de Diego y Teresa, padres de un adolescente impetuoso y un bebé de brazos, quienes decidieron abandonar la diminuta ciudad donde se les cayeron los dientes de leche para mudarse a una gran metrópoli, en la cual Diego había conseguido un trabajo como escritor junior, en una revista digital de buena reputación. Esta era una gran oportunidad para la familia, ya que le permitiría a Diego crecer profesionalmente, mientras expandía su red de contactos; a Tomás (el púber) conocer finalmente, en el mundo real, a los amigos que había hecho mientras cazaba dragones pixelados en el reino virtual de un juego en línea, y de paso hacer algunos nuevos, y a Teresa retomar sus mentorías personalizadas de canto, cuando las notas disonantes del llanto de Rebeca se lo permitieran.
Los tres miembros de la familia que podían hablar habían contemplado durante meses la decisión de abandonar la zona de confort y blandirse a duelo con el futuro. El único inconveniente real era el idioma. La situación era la misma de siempre: ellos hablaban el español de sus padres y abuelos, y en la ciudad a donde se mudarían hablaban en inglés. Ellos habían llegado a la conclusión de que lo que les faltara en vocabulario lo compensarían con ganas.
Bilingüismo y sus tipos
La palabra bilingüismo proviene de dos raíces latinas: “bi” que significa dos, y “lingua” que significa lenguaje. Por lo tanto, una persona bilingüe, es aquella que tiene la capacidad de utilizar de forma independiente y alternada dos idiomas. Históricamente, hemos clasificado las personas bilingües en tres categorías que pueden ser ilustradas por los personajes de nuestra historia.
Bilingües compuestos (compound bilinguals): este es el caso de Rebeca. Ella va a crecer en un hogar donde sus padres hablan español y en una ciudad donde la gran mayoría habla inglés. Dadas esas condiciones, ella probablemente crezca con la capacidad de hablar ambos idiomas sin problema, ya que desarrolla dos códigos lingüísticos con un solo concepto.
Bilingües coordinados (coordinate bilinguals): este es el caso de Tomás. El aún se encuentra estudiando en la escuela donde estará expuesto a maestros y compañeros que le hablarán en inglés. Esto lo llevará a construir códigos en paralelo; probablemente seguirá usando el español con sus padres y amigos más cercanos, pero desarrollará competencias en inglés, las cuales se fortalecerán con el paso del tiempo.
Bilingües subordinados (subordinate bilinguals): este es el caso de Diego y Teresa. Como ya son adultos, es probable que tengan un dominio superior de su lengua materna (español), por eso, la mayoría de los conocimientos que adquieran en su proceso de aprendizaje del inglés, serán filtrados por su lengua materna. Es otras palabras, utilizarán el español y su gramática como referente para aprender inglés.
Cuéntame en los comentarios qué tipo de bilingüe eres tú.
Tres datos curiosos sobre el bilingüismo
Era considerado una discapacidad en el pasado
En los años sesenta, los expertos consideraban el bilingüismo como una discapacidad, ya que forzaba a las personas a usar demasiada energía para distinguir los códigos lingüísticos en dos idiomas diferentes. Hoy sabemos que, contrario a lo que se creía entonces, el bilingüismo está más cerca de ser considerado un superpoder.
Aprender un segundo idioma es un ejercicio de la mente
Gracias a múltiples estudios en el campo de la neurolingüística, hoy sabemos que el cerebro de las personas bilingües funciona diferente, ya que esfuerzo extra de alternar entre idiomas se traduce en mejor desempeño cognitivo. Aprender un segundo idioma es para el cerebro, el equivalente de ir al gimnasio para el cuerpo.
El bilingüismo puede demorar la aparición de enfermedades como la demencia y el Alzheimer.
El primer estudio publicado en 2007 se convirtió en un hito de la comunidad neurolingüística. El estudio reveló que las personas bilingües demoraban la aparición de enfermedades cognitivas hasta por cinco años. El mismo estudio ha sido replicado en varias ocasiones, llegando a conclusiones similares y ampliando el espectro de la respuesta.
…A todo esto, ¿Cuándo es el mejor momento para aprender inglés?
Hay un proverbio muy famoso del que se han valido muchos creadores de imágenes motivacionales que dice: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años; el segundo mejor momento es ahora”, esto quiere decir que, sin importar cuál sea tu edad, condición social o nivel de estudios; el mejor momento para aprender un segundo idioma fue cuando eras un infante de brazos y el segundo mejor momento es ahora.
Referencias
Can speaking more languages enhance your creativity? Relationship between bilingualism and creative potential among Korean American students with multicultural link (2011), https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0191886911000602
D’Acierno, Maria Rosaria, (1990), https://files.eric.ed.gov/fulltext/ED321574.pdf
Ellen Bialystok, Fergus I.M. Craik, Morris Freedman,
Bilingualism as a protection against the onset of symptoms of dementia,
Neuropsychologia, Volume 45, Issue 2, (2007), https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0028393206004076?via%3Dihub
Bilingualism delays age at onset of dementia, independent of education and immigration status, (2013) https://www.neurology.org/doi/10.1212/01.wnl.0000436620.33155.a4#:~:text=Results%3A,later%20than%20the%20monolingual%20ones.
